Estos son los datos genéticos humanos más antiguos jamás analizados

Un equipo de científicos consiguió secuenciar las proteínas del esmalte dental de los restos de ‘Homo antecesor’ descubiertos en Atapuerca hace más de veinte años. Los resultados respaldan la teoría de que esta especie se encontraría en la base de un grupo que dio lugar a una nueva humanidad emergente en la que se incluyen los humanos modernos.

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En el año 1994 se descubrían los primeros restos humanos en el yacimiento de la Gran Dolina de Atapuerca, un hallazgo revolucionario que tuvo mucha repercusión en la comunidad científica.

En 1997, el equipo de arqueólogos dirigido por Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell publicaba en la revista Science la descripción de esta nueva especie: Homo antecessor, un homínido con una mezcla sorprendente entre caracteres primitivos y modernos.

Su descubrimiento contradecía la teoría imperante, que indicaba que los primeros humanos habrían llegado a Europa hace alrededor de 500 000 años: los restos de Atapuerca eran bastante más antiguos, de unos 800.000 años. 

El artículo generó mucha polémica, pues sus autores también defendían, a partir del análisis morfológico de los restos encontrados, que H. antecessor sería el ancestro común de un grupo que posteriormente daría lugar a neandertales y humanos modernos.

Ahora, la revista Nature publica un trabajo que revela los resultados de la secuenciación de proteínas del esmalte dental de estos fósiles utilizando una técnica basada en la espectrometría de masas.

El análisis proporciona evidencia de una estrecha relación entre Homo antecessor, Homo sapiens, Homo neanderthalensis y los denisovanos. “Nuestros resultados respaldan la idea de que Homo antecessor era un grupo hermano del conjunto de homínidos del que forman neandertales, humanos modernos y denisovanos, así que debemos suponer que los árboles filogenéticos que hemos obtenido describen bien las relaciones de parentesco entre estos grupos de homínidos”, ha explicado Frido Welker, investigador en la Universidad de Copenhague y primer autor del trabajo.

Mucho de lo que sabemos hasta ahora se basa en los resultados del análisis de ADN antiguo o en observaciones de la forma y la estructura física de los fósiles. Debido a la degradación química del ADN a lo largo del tiempo, el material genético humano más antiguo recuperado hasta la fecha apenas supera los 400.000 años”, explica Enrico Cappellini, profesor asociado del Globe Institute y responsable principal del grupo de investigación.

Ahora, el análisis de proteínas antiguas con espectrometría de masas, un enfoque comúnmente conocido como paleoproteómica, nos permite superar estos límites“, añade Cappellini.

Un método revolucionario

Gracias a esta nueva técnica, los científicos han conseguido recuperar uno de los conjuntos de datos genéticos más antiguos conseguidos hasta la fecha. “Se trata de las proteínas más antiguas recuperadas hasta el momento en fósiles humanos”, explica José María Bermúdez de Castro, codirector de la Fundación Atapuerca y que también ha participado en el estudio. “Las proteínas se forman gracias al ADN, por lo que podríamos decir que se han obtenido las secuencias genéticas más antiguas de la historia de la humanidad. Esto, en sí mismo,  ya es un hito”.

El investigador considera que aplicar esta técnica a otros restos de homínidos abrirá una nueva era en el estudio de la evolución humana.

Y es que, como indica el experto, la morfología de los restos fósiles nos aporta información cuando tenemos muchos individuos, como era el caso de H. antecessor: “se descubrieron 170 restos en el nivel TD6 del yacimiento de Gran Dolina de la sierra de Atapuerca, y esto nos daba mucha información sobre cómo era la especie. Este nuevo trabajo refuerza lo que nosotros ya habíamos dicho, que es posible que H. antecessor estuviera en algún punto de la base que dio lugar a una nueva humanidad emergente en la que estaríamos neandertales, denisovanos y humanos modernos”.

Sin embargo, cuando hablamos de restos de un único especímen, la información que aporta la morfología es muy limitada. La aplicación de la nueva técnica a estos individuos aislados abrirá, según el investigador, “una nueva dimensión que va a tener una repercusión muy importante en los próximos cinco o diez años”, concluye.

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