
El grillo doméstico (acheta domesticus) se ha convertido en el tercer insecto autorizado por la Comisión Europea (refrendada por los Estados miembros el pasado 8 de diciembre de 2021 tras una exhaustiva evaluación de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) para ser utilizado como ingrediente alimentario en el mercado de toda la Unión Europea. Primero llegó la aprobación del gusano amarillo de la harina, autorizado en julio de 2021 y, meses después, en noviembre de 2021, para la langosta migratoria.
Bruselas propuso su autorización tras conocer la estricta evaluación de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), que concluyó que el consumo de este insecto es ‘seguro’. Se trata de una autorización que viene de la mano de una estrategia de la UE bautizada como “De la granja a la mesa”, que busca identificar fuentes alternativas de proteínas para promover el cambio hacia un sistema alimentario mucho más sostenible.
Desde 2018, está en vigor en Europa la llamada ‘Novel Food Regulation’ (Regulación de Nuevos Alimentos), que estipula que los nuevos alimentos (incluidos los insectos) solo pueden consumirse después de someterse a una serie de controles exhaustivos de seguridad y salud.
¿Cómo podremos comer los grillos domésticos?
El grillo estará disponible en su totalidad, ya sea congelado, seco, o en polvo y los productos que contengan este nuevo alimento (como alimentos proteicos, masas de pizza, galletas, pasta o congelados) deberán estar adecuadamente etiquetados para señalar cualquier posible reacción alérgica.
Según la CE, “los nuevos alimentos solo pueden autorizarse si no presentan ningún riesgo para la salud humana; de lo contrario, la Comisión no habría presentado su aprobación a los Estados miembros”.
A día de hoy, los insectos constituyen una parte sustancial de la dieta diaria de cientos de millones de personas en todo el mundo gracias a que pueden representar una interesante alternativa de proteínas. El ciclo vital de este insecto es de unos 60 días, por lo que ya han sido muchas las empresas españolas que se han lanzado a la producción de insectos, como Insecfit o Nutrinsect.
“Los beneficios ambientales de criar insectos para alimento se basan en la alta eficiencia de conversión de alimentos de los insectos, menos emisiones de gases de efecto invernadero, menos uso de agua y tierras cultivables, y el uso de la bioconversión basada en insectos como una solución comercializable para reducir el desperdicio de alimentos”, continúa la Comisión Europea.
Entomofagia desde hace milenios
Eso sí, por el momento, los insectos como alimento representan un nicho de mercado muy pequeño en la UE. Comer insectos no es nuevo para los humanos: las culturas de todo el mundo los han incluido como alimentos básicos durante miles de años (como Zambia, Camerún, Tailandia y Filipinas que degustan habitualmente langostas migratorias). Pero muchas culturas occidentales (incluidos los Estados Unidos y varios países europeos) se resisten a comer insectos y ven la práctica con cierto disgusto. Es una actitud que esperan se transforme poco a poco.
Y es poco probable que estos sean los únicos insectos que pasen a formar parte de nuestra lista de la compra en Europa, pues la Comisión Europea ha dicho que existen, al menos, nueve solicitudes más en espera de aprobación para insectos de otro tipo, como la mosca soldado negra (Hermetia illucens).
Algunos de los insectos comestibles más populares en todo el mundo incluyen escarabajos y larvas de escarabajos, avispas y larvas de avispas, saltamontes y mariposas/polillas. Recuerda que el concepto de que los insectos no son seguros para comer o que portan suciedad es erróneo. Son tan seguros como cualquier otro alimento y requieren la misma atención en su cultivo y procesamiento que otros productos animales. Informe extraído de muyinteresante.es
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