¿Por qué las hembras de hiena tienen pene?

¿Sabías que las hembras de hiena tienen pene y escroto falso? Esta rareza de la naturaleza tiene funciones sociales y un origen evolutivo relacionado con el desarrollo embrionario.

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Uno de los casos de genitales más fascinantes entre los mamíferos es, probablemente, el del falso pene de las hembras de la hiena moteada (Crocuta crocuta).

Se trata del único mamífero cuya hembra no tiene una apertura vaginal externa. Aunque su estructura interna es distinta, la similitud externa con el pene real de los machos es tan elevada que, excepto para el ojo experto, o a menos que sea una hembra lactante, a simple vista son indistinguibles.

Tan raro es este caso, que durante mucho tiempo se pensaba que las hienas eran hermafroditas. El famoso corsario sir Walter Raleigh excluyó a las hienas de entre los animales que subieron al arca de Noé por no ser animales que criasen de forma pura. Aseguraba que se trataba de una especie de quimera antinatural entre perros y gatos. Hoy sabemos que, mitología al margen, el grupo evolutivamente más próximo es el de los herpéstidos, conocidos vulgarmente como mangostas.

El origen de esta estructura anatómica tan peculiar, exclusivo de esta especie —las otras dos especies de hiena, la rayada (Hyaena hyaena) y la parda (Parahyaena. brunea) no lo tienen— fue un enigma durante mucho tiempo. Se pensaba que debía tratarse de algún tipo de adaptación evolutiva, pero no se lograba identificar. Resultó más fácil descubrir cómo se formó, que cómo evolucionó.

La formación del falso pene

En realidad, este pseudopene es una modificación extrema del clítoris. Los labios de la vulva se sueldan detrás, y generan el aspecto de un saco escrotal como el de los machos, y el clítoris se cierra formando un tubo, que puede superar los 17 centímetros, por el que pasan tanto la uretra como el conducto genital.

Esta estructura tan fascinante se forma durante el desarrollo embrionarioTodos los mamíferos comparten un patrón embrionario común de los órganos sexuales, en los que, en inicio, el embrión es sexualmente ambiguo y contiene todos los precursores y estructuras necesarias para desarrollar cualquiera de los dos sistemas, masculino o femenino —e incluso, excepcionalmente, ambos, uno a cada lado, o incluso mantenerse ambiguo—.

La genitalia interna —ovarios o testículos— se desarrolla, en principio, en función de lo que designen los genes. En la genitalia externa, si nada interfiere , el curso natural es que se formen genitales femeninos —vulva y clítoris—. La vía masculina —escroto y pene— es la que implica una alteración hormonal, causada normalmente por la secreción de testosterona por parte de los testículos incipientes.

Otro órgano que produce testosterona es la la placenta. En las hembras de los mamíferos está presente una enzima, llamada aromatasa, que degrada esta testosterona, dejando que el embrión se desarrolle como le corresponde. Pero una mutación hace que las hienas moteadas no la degraden, transportándose esta hormona por el cordón umbilical, y haciendo que su descendencia, tanto machos como hembras, desarrollen la anatomía externa aparente de un macho.

Tanto la cópula como el parto suceden a través de dicho conducto. Y ambos entrañan dificultades. Acertar a penetrar en un clítoris erecto con un pene semejante es una proeza complicada, no apta para novatos. De este modo, las hembras no solo evitan ser forzadas, sino que se pueden permitir ser selectivas con los machos. Si una hembra se arrepiente de haber recibido la visita de un macho, tiene la capacidad de eliminar el esperma, o su mayor parte, simplemente por arrastre de la orina.

En cuanto al parto, es extraordinariamente complejo, frecuentemente las crías no llegan a nacer vivas debido al largo trayecto que deben recorrer —sobre todo entre las madres primerizas—. Y ocasionalmente, en el parto se producen desgarros que dejan, después, cicatrices longitudinales muy características.

Funciones sociales de tener falso pene

Las hienas moteadas mantienen una sociedad matriarcal, las hembras son más agresivas que las de otras especies, y más que los machos, y suelen ser ellas las líderes de la manada y las primeras en alimentarse. La mayoría de las hembras dominan sobre casi todos los machos.

Las hienas tienen un saludo ritualizado similar al de los perros. Se colocan en paralelo y en direcciones opuestas, y huelen o lamen la región anal y genital del otro.

Con frecuencia levantan la pata trasera para facilitar la labor a su compañero. Durante ese saludo, el individuo subordinado declara la sumisión al dominante. Y uno de los gestos que indican esa sumisión es la erección del pene o del pseudopene —según el sexo del que salude—.

Cuando la evolución no busca adaptaciones

Durante mucho tiempo se pensó en cuál pudo haber sido la adaptación que tuviera como consecuencia este pseudopene de las hienas. Sin embargo, el suceso no responde a una adaptación, sino al mantenimiento de un rasgo no selectivo.

No es la hembra con falso pene la que tiene el rasgo genético que exprese el carácter, sino su madre. De existir una adaptación, no sería tener ese falso pene, sino tener la mutación que causa que su descendencia desarrolle ese falso pene. Por lo tanto, la presión selectiva no actúa tanto sobre la portadora de la mutación, sino sobre su descendencia.

Al tratarse de un efecto que sucede durante la gestación, es la genética de la madre la que está modelando a su hija. Un rasgo causado por una mutación, que por efecto de la deriva genética, y de forma totalmente estocástica, acabó por extenderse a toda la especie, pero sin generar, hasta donde se tiene conocimiento, una adaptación. Informe extraído de la revista científica muyinteresante.es

REFERENCIAS:

Cunha, G. R. et al. 2005. The Ontogeny of the Urogenital System of the SpottedHyena (Crocuta crocuta Erxleben)1. Biology of Reproduction73(3), 554-564. DOI: 10.1095/biolreprod.105.041129East, M. L. et al. 1993. The erect ‘penis’ is a flag of submission in a female-dominated society: greetings in Serengeti spotted hyenas. Behavioral Ecology and Sociobiology33(6), 355-370. DOI: 10.1007/BF00170251

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