
Hemos preparado esta sencilla guía para que no te pierdas lo más importante de este mes en lo que a observación astronómica se refiere. Si quieres iniciarte en la observación astronómica, con o sin telescopio, y no sabes cómo hacerlo, contacta con alguna asociación de astronomía cercana. En muchas ciudades se organizan salidas mensuales al campo para observar el cielo nocturno en las que astrónomos profesionales guían la actividad.
Fases y eclipse lunar
El mes de noviembre empezará con una luna creciente que llegará a nueva el día 8, para menguar desde entonces hasta la luna nueva del 23 de noviembre. Esto significará que la luna llena probablemente dificultará la observación de la oposición de Urano de este año, pero también que nos permitirá disfrutar debidamente de la lluvia de estrellas de las Leónidas. El día de luna llena, el 8 de noviembre, tendremos también un eclipse total de luna, el último hasta el año 2025, será visible solo en parte en Sudamérica.
Sin embargo, quienes nos leen desde Norte y Centroamérica tendrán algo más de suerte, con mayor probabilidad de disfrutarlo cuanto más al norte y al oeste estén. Desde el oeste de Estados Unidos y México, así como desde Nueva Zelanda, Japón y el este de Rusia. El mejor punto para observar este eclipse será en medio del océano pacífico, cerca de donde se cruzan el trópico de cáncer y el meridiano 180º, por poco el lugar más apartado posible de la mayor cantidad de gente posible. Así de caprichosa es la astronomía.
Constelaciones
Con noviembre ya despedimos definitivamente a las constelaciones veraniegas, como la Lira, el Cisne o el Águila y damos la bienvenida desde el inicio de la noche a constelaciones como Orión o los Canes Mayor y Menor. Sirio pasa a dominar el cielo nocturno, pues es la estrella más brillante del firmamento y, después del Sol, la Luna, Júpiter y Venus, el objeto más brillante en general. También las constelaciones zodiacales de Tauro, Géminis, Cáncer o Leo se dejan ver durante el inicio de la noche.
Estas constelaciones, a pesar de ser populares por su pertenencia al zodiaco, suelen resultar difíciles de reconocer en el cielo nocturno, especialmente en comparación con otras más evidentes, como Orión, Casiopea o el Cisne. De Tauro resultan reconocibles la cabeza, con Aldebarán como ojo brillante y anaranjado y el cúmulo de las pléyades a su lado. Géminis podemos identificarla por Castor y Pollux, que representan las cabezas de los gemelos. Cáncer no tiene ninguna estrella especialmente brillante, mientras que Leo tiene a Régulo, la pata delantera del león que se supone representa.
Lluvia de estrellas
Precisamente desde la constelación de Leo parecerán surgir este mes, en torno al día 19, las estrellas fugaces que forman la lluvia de las Leónidas. Esta lluvia de estrellas tiene una actividad media de alrededor de 20 meteoros a la hora, aunque en ciertos años ha mostrado picos de actividad especialmente altos. Sus bólidos pueden llegar a abarcar todo el cielo, centrados en la constelación de Leo y aparentemente provenientes de ella. En realidad estas estrellas fugaces tienen su origen en el cometa 55P/Tempel-Tuttle, un cuerpo de unos 2 kilómetros de diámetro cuya órbita de más de 33 años alrededor del Sol intersecta con la de la Tierra. El polvo que deja detrás este cometa es el causante de lo que en superficie observamos como una lluvia de estrellas que se repite cada año.
Oposición de Urano
Este año se han juntado las oposiciones planetarias en la segunda mitad del año. En agosto tuvimos la oposición de Saturno, en septiembre la de Neptuno y Júpiter. En noviembre le llega el turno a Urano, que alcanzará la posición de oposición el 9 de noviembre, al día siguiente de la luna llena y del eclipse total de luna. Urano se situará a aproximadamente medio camino entre Júpiter y Marte en el firmamento, cercano a Tauro y sus Pléyades.
A pesar de tener un radio 4 veces mayor que el de nuestro planeta, está situado a más de 2 500 millones de kilómetros, por lo que tan solo con telescopios de gama más alta podremos llegar a distinguirle cierta estructura. Sin embargo, al brillar con una magnitud de 5,5, podremos distinguirlo con unos prismáticos humildes e incluso, si las condiciones del cielo son excelentes, a simple vista. Deberemos buscar un puntito de un azul pálido en la región entre Piscis, Aries y Tauro. Si su luz no parpadea como la de las estrellas cercanas, habéis localizado a Urano con éxito. Informe extraído de muyinteresante.es
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